formación de nitrosaminas: en el alimento o en el propio organismo. En el
primer caso, el riesgo se limita a aquellos productos que se calientan
mucho durante el cocinado (bacon, por ejemplo) o que son ricos en aminas
nitrosables (pescado y productos fermentados). En el segundo caso se
podrían formar nitrosaminas en las condiciones ambientales del estómago.
La discusión del uso de nitratos se complica porque estos deben
transformarse en nitritos tanto para su acción como aditivo como para su
actuación como tóxico o como precursor de agentes cancerígenos. Esta
transformación se produce por la acción de microorganismos, ya sea en los
alimentos o en el interior del organismo. En este último caso, solo puede
producirse en la boca, ya que en el intestino, salvo casos patológicos, se
absorbe rápidamente sin que haya tiempo para esta transformación. En la
boca, los nitratos pueden proceder del alimento o aparecer en la saliva,
recirculados después de su absorción. Los nitratos no recirculados (la
mayoría) se eliminan rápidamente por la orina.
Se conocen afortunadamente una serie de técnicas para disminuir el riesgo
de formación de nitrosaminas. En primer lugar, obviamente, reducir la
concentración de nitritos y nitratos siempre que esto sea posible. Debe
tenerse en cuenta que la cantidad de nitritos que llega al consumidor es
siempre mucho menor que la añadida al producto, ya que estos son muy
inestables y reactivos.
En segundo lugar, se pueden utilizar otros aditivos que bloqueen el
mecanismo químico de formación de nitrosaminas. Estos aditivos son el
ácido ascórbico (E-330) y sus derivados, y los tocoferoles (E-306 y
siguientes), especialmente eficaces en medios acuosos o grasos,
respectivamente. Se utiliza con mucha frecuencia, y en algunos paises
(USA, por ejemplo) el empleo de ácido ascórbico junto con los nitritos es
obligatorio.
Los riesgos tanto de toxicidad aguda como de formación de carcinógenos
permitirían cuestionar radicalmente en uso de nitratos y nitritos en los
alimentos, de no ser por un hecho conocido solo desde los años cincuenta.
Los nitritos son un potentísimo inhibidor del crecimiento de una bacteria
denominada Clostridium botulinum, que, aunque no es patógena, produce
durante su desarrollo una proteína, la toxina botulínica, que, como ya se
indicó, es extremadamente tóxica (una dosis de entre 0,1 y 1 millonésima
de gramo puede causar la muerte de una persona). La intoxicación
botulínica o botulismo se debe al consumo de productos cárnicos, pescado
salado (sobre todo en Japón) o conservas caseras mal esterilizadas en las
que se ha desarrollado la citada bacteria, pudiendo resultar mortal . El
riesgo de los productos cárnicos es conocido desde antiguo (botulismo
viene del latín botulus, que significa embutido) ya que, aunque la toxina se
destruye por calentamiento a unos 80oC, muchos productos de este tipo se
consumen crudos.
También se utilizan los nitratos en ciertos tipos de queso (Gouda y
Mimolette), para evitar un hinchamiento excesivo durante su maduración.
Este defecto está causado por un microorganismo emparentado con el
causante del botulismo, pero inofensivo para la salud. No obstante, este
tratamiento se usa poco, ya que el suero de quesería queda enriquecido en
nitratos y es muy dificilmente utilizable para obtener subproductos,
además de altamente contaminante para el medio ambiente.