ventes no recomendables desde el punto de vista sanitario, como
lejías, gasoil u otros.
· Mezclas: las mezclas de plaguicidas con otros productos, ya sean di-
solventes u otros plaguicidas, deben ser consideradas entre las tare-
as de mayor riesgo en el trabajo con estos productos químicos, por-
que se hacen con los productos concentrados y con ellas se puede
aumentar la toxicidad. Lo que se busca mezclando es:
· Controlar varias plagas de forma simultánea.
· Conseguir lo que se denomina sinergia. Este efecto poten-
ciador, convierte al producto resultante en más peligroso
para las personas que lo manipulan.
En muchos casos sería preciso controlar variables como la tem-
peratura o el pH para asegurar el resultado adecuado. La mayoría de las
mezclas, realizadas sin el consejo técnico apropiado, además de suponer
un importante riesgo para la salud de quienes las realizan, al manipular los
productos sin diluir, no siempre mejoran los resultados de los tratamientos.
Problemas a los que habría que añadir otros de más difícil solución como
los derivados de la complejidad para establecer plazo de seguridad de la
mezcla, o los primeros auxilios y el tratamiento de los intoxicados.
3.2. Factores que dependen del trabajador
Son factores que deben conocerse, porque aunque en la ma-
yoría de los casos no se puedan modificar, su conocimiento permite
orientar la prevención cuando se trabaja con estos productos, al saber
si por las propias características, al menos de manera teórica, las pro-
babilidades de daño son mayores o menores. Experiencias realizadas
por la Organización Mundial de la Salud (OMS), con animales, de-
muestran que el riesgo frente a algunos plaguicidas puede variar de un
animal a otro, dependiendo de factores como la raza, el sexo o la edad.
· Edad: parece lógico pensar que en los jóvenes y en los de edad
avanzada, algunos mecanismos de desintoxicación no funcionan
igual que cuando esas personas están en edades medias de la vida.
En los jóvenes porque esos mecanismos necesarios aún no han
empezado a funcionar o no funcionan a pleno rendimiento, es lo que se-
gún parece ocurre con el paratión, al que los niños son especialmente
sensibles por la falta de un enzima necesario para su metabolización. En
esas deficiencias se fundamentan las legislaciones laborales de los paí-
ses desarrollados, como ocurre con la española, para establecer en 18
años la edad mínima para poder empezar a trabajar con estos u otros
productos tóxicos, aún cuando la edad laboral en general es de 16 años.