<<  <  >  >>
FORMADOR

98
Juan Carlos Asinsten -
Guía del docente-contenidista
Producción
de
contenidos
para
Educación
Virtual
LO DIALÓGICO Y LO AUTORITARIO
Los textos dialógicos, abiertos al lector no se definen como tales sólo por
la forma de trato. García Aretio (1997) lo define así:
«Habrá de tenderse a un estilo alentador, personal y conversacional
con el estudiante, alejándose del aire habitualmente frío y distante de
los textos convencionales»
Y agrega una idea que encontramos también en algunos otros autores, y
nos parece muy importante:
«Advertimos del peligro de que en ciertos niveles la ‘perfección ab-
soluta’ de los textos pueden ahogar todo intento de actividad pensante y
de confrontación intelectual que no sea la de comprender y recordar»
No se trata sólo de un tema de estilo. Tiene que ver con proposiciones o
ideas cerradas, blindadas, impenetrables. Como si estuvieran dentro de una
esfera de vidrio, sólo podemos mirarlas desde afuera. No nos dejan entrar.
Prieto Castillo (1999) define ese tipo de textos como autoritarios:
«Nos interesa aquí destacar el autoritarismo: un mensaje tiende al
mismo cuando nos dice y redice cosas sin dejarnos opción para una
interpretación distinta [... ...], cuando nos da consignas de interpreta-
ción como si fueran la única llave para entender algo».
y abunda en esta idea, que impregna toda su obra, cuando reitera la necesidad
de textos alternativos...
«...al autoritarismo, al todo expresado (el texto está cargado de
información, nada hay que agregarle, nada le toca al educando)...»
«Se ejerce violencia transmitiendo y transmitiendo certezas...»
Bastante claro, creemos. Podríamos agregar, a modo de comentario, que
los textos afirmativos, que expresan verdades terminadas, empeoran con una
redacción cuidadosa. En estos casos, algunas incoherencias gramaticales pue-
den convertirse en las grietas por donde filtrarse el pensamiento crítico.
Cuando un docente escribe más preocupado por no ofrecer flancos a las
críticas de los colegas que por ayudar a sus alumnos a entender, puede produ-
cir (es muy común que así sea) textos de este tipo.
El compromiso del autor
«Hermano,
no escribas nada
si no te duele la mano»
Armando Tejada Gómez
(poeta popular argentino)
Todos hemos sufrido, en algún momento de nuestro paso por el sistema
educativo, esos libros de texto que se parecen a las salas de espera de hospi-
tales, clínicas o aeropuertos: por más impecables que sean, resultan lugares
inhóspitos, donde uno trata de estar lo menos posible.
Un ejemplo clásico de lo anterior son los textos de historia usuales en la
secundaria de los años ‘60: escritos en un lenguaje neutro, relatando los he-
chos con seudo-objetividad, daban la impresión de que al autor no le impor-