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FORMADOR

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Juan Carlos Asinsten -
Guía del docente-contenidista
Producción
de
contenidos
para
Educación
Virtual
Capítulo 1
Del pizarrón, al monitor
de la computadora
Los cambios en la tecnología educativa
El docente ingresa al aula. Acomoda sus carpetas y libros sobre el escrito-
rio mientras el murmullo de los alumnos disminuye gradualmente. El docente
carraspea, saluda. Las respuestas mezcladas, rutinarias, sin tono, se
combinan en un ruido ininteligible. Nuevamente silencio. El do-
cente hace una larga pausa, remarcando el silencio y reclamando
sin decirlo, atención. El docente comienza a hablar. Se detendrá
cuando el reloj le indique que el tiempo de su clase terminó. Algu-
nas veces, antes de retirarse, indica las consignas: lean desde aquí
hasta aquí para la próxima clase, o indica los lineamientos del próxi-
mo práctico.
Más o menos así son las clases que todos recordamos. En la
escuela secundaria, en la educación superior. El docente puede ser
la docente. Intercalará bromas para «alivianar» su clase. Escribirá o no en el
pizarrón. Mostrará información en una lámina. Una parte (¿la mayoría, la mi-
noría?) se esforzará para que sus alumnos comprendan. Aportarán metáforas y
ejemplos, tratará de abordar el tema desde ángulos variados, propondrá al-
gunas actividades de aprendizaje. Según las carreras, los establecimientos o la
modernidad de docentes o instituciones, se proyectarán filminas, de vez en
cuando, o diapositivas. En los últimos años las filminas y diapositivas pueden
haber sido reemplazadas por proyecciones en PowerPoint.
Pero más o menos así son las «clases» en la presencialidad. La mayor parte
de ellas.
Los estudiantes atienden (o no), toman apuntes. Después, cuando se acer-
can pruebas, parciales, exámenes, en solitario o en grupos, leen esos apuntes,
los libros indicados, tratando de retener (acordarse) e incluso, tratando de
comprender (a veces).
No somos novedosos si afirmamos que este modelo (expositivo-
memorístico) que predomina en la educación media y superior está agotado.