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FORMADOR

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Juan Carlos Asinsten -
Guía del docente-contenidista
Producción
de
contenidos
para
Educación
Virtual
Del autor al lector
A Nora y Gladys, que creyeron en mis proyectos y me
abrieron las primeras puertas.
R
esulta difícil decir qué es, o qué pretende ser, esta Guía. Más sencillo
será escribir qué no es, qué no pretende ser, y explicitar algunas in-
tenciones que el docente que aspira a ser contenidista juzgará como
logradas o no. O más o menos, que suele ser lo más frecuente.
Como todo autor, me encontré ante varios dilemas, inevitables, sobre los
que tuve que tomar decisiones.
En la educación superior no todos los profesores tienen formación do-
cente. Muchos son profesionales, expertos en la disciplina de sus materias.
Con los años, van adquiriendo estrategias para manejarse en la clase pre-
sencial, basadas en la oralidad. A la hora de producir materiales didácticos
escritos, o en soportes electrónicos de diverso tipo, para la enseñanza en
entornos virutales, esa experiencia de la presencialidad resulta insuficien-
te. Los materiales que median el proceso de enseñanza requieren sólidas
estrategias didácticas. En el diseño de esta Guía el primer dilema fue: ¿cuánta
pedagogía podemos incluir en el texto? Difícil de responder, ya que evidente-
mente no se puede hacer un manual que incluya toda la pedagogía, o toda la
pedagogía que necesita conocer un profesor. Intenté una solución intermedia:
fundamentar desde las teorías educativas las recomendaciones sobre diversos
aspectos de la tarea de producir materiales educativos.
El segundo dilema se refiere a la cantidad de temas implicados en la pro-
ducción de contenidos. Y en qué profundidad y/o amplitud abordarlos. Tam-
bién difícil, ya que los temas son muchos, y la mayor parte de ellos requeriría
un manual (o más) especializado. Así, el camino intermedio elegido: mencio-
nar la mayor parte de los temas y ofrecer recomendaciones (empíricas unas,
fundamentadas en la teoría, otras) nos pone en la peligrosa cornisa del
reduccionismo y el esquematismo. Desde siempre he creído que a la reali-
dad, en su complejidad e infinitas relaciones causales no es posible modelizarla
ni domesticarla en esquemas simples. Pero a la vez, que esos esquemas simpli-