LA SILLA
Como hemos visto en capítulos anteriores, la mayoría de las
patologías relacionadas con un espacio de trabajo tienen su origen
en una mala elección de la silla sobre la que las personas permanecen
sentadas más de ocho horas diarias. Por este motivo, la silla debe
reunir los requisitos ergonómicos fundamentales, de modo que el
usuario encuentre en el asiento el apoyo que necesita para mantener
la espalda erguida. Es decir, la sillería debe ser una garantía de buena
salud.
El estar sentados en un mismo lugar durante toda la jornada laboral
no sólo conduce a la aparición de síntomas de cansancio, sino que,
como la medicina del trabajo ha demostrado, un número considerable
de las bajas por enfermedad, entre las personas dedicadas a trabajos
de oficina, se deben a un mobiliario inadecuado y a una mala disposición
de las herramientas de trabajo.
El estar sentado en una misma posición provoca cambios degene-
rativos de la parte superior de la columna vertebral, ya que los
segmentos móviles de la columna necesitan un intercambio osmótico
de materia y de líquido. Este intercambio se ve interrumpido, sin
embargo, cuando el estar de pie o sentado es de forma estática. Por
desgracia, no existe la postura ideal, de lo que se deriva la demanda
de movimiento mientras se está sentado. La dinámica del movimiento
mientras se está sentado favorece, mediante un mecanismo de
bombeo, el intercambio osmótico de materia y de líquido, dando como
resultado unas óptimas condiciones de abastecimiento de los discos
intervertebrales. De esta forma se previenen cambios degenerativos
en el segmento móvil de la espina dorsal. De ahí que la posibilidad
de estar sentado en movimiento activo se convierta en una exigencia
fundamental de una moderna silla de oficina. Es decir, la movilidad es
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