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INTRODUCCIÓN
Una parte importante de la población pasa más de ocho horas
diarias trabajando en una postura sedentaria; ésto es, en una oficina.
Este trabajo involucra a un número cada vez mayor de usuarios, cuyo
bienestar físico depende de las sillas, mesas u otras piezas de mobiliario
que utilizan en su entorno laboral.
La masiva incorporación de la población a puestos de trabajo de
oficina y el uso generalizado de las pantallas de ordenador han dado
lugar a una creciente incidencia de patologías ocupacionales que
afectan a una parte importante de la población.
El trabajo de oficina se caracteriza por una falta de movimiento
físico, a la vez que por un enorme esfuerzo del sistema nervioso
central. El trabajo ante una pantalla conlleva a menudo una postura
contraída y, como consecuencia, dolores de espalda, molestias en los
ojos, cansancio, etc.
Un estudio de mercado realizado por el Instituto de Biomecánica
de Valencia (IBV) y la Asociación de Investigación y Desarrollo en la
Industria del Mueble y Afines (AIDIMA) revela que en España hasta
un 50% de las personas que trabajan en una oficina presentan
problemas posturales. Un 7% ha solicitado la baja laboral por
este motivo. Un dato importante: el 65% de los trabajadores que
sufren molestias posturales asocian estos problemas al mobiliario.
En efecto, las molestias están relacionadas con malos diseños en
el puesto de trabajo que inducen a posturas incorrectas. La clave para
disminuir estos riesgos potenciales en la salud de las personas que
trabajan en una oficina está en un puesto de trabajo bien diseñado,
que proporcione una adecuada estabilización del cuerpo a la tarea
específica que se está realizando.
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