CONDUCCIÓN NOCTURNA Y EN CONDICIONES METEOROLÓGICAS ADVERSAS

1. - CONDUCCIÓN NOCTURNA.

Conducir durante la noche exige una mayor atención y concentración que cuando se hace de día, como consecuencia de la falta de visibilidad originada por la ausencia de luz natural.

La visibilidad no desaparece de forma brusca, sino que lo hace de forma progresiva, lo cual exige que el conductor y su capacidad visual se vayan adaptando poco a poco a la nueva situación. Este período es especialmente delicado y peligroso por la aún insuficiente adaptación visual del conductor. Durante la noche y crepúsculos matutino y vespertino, la visibilidad se reduce de forma notoria, por consiguiente, la apreciación de distancias, objetos y colores es más dificultosa. Situación que se ve agravada cuando incide alguna condición meteorológica adversa, como pueden ser la lluvia, niebla, hielo, etc.

En circulación hay un principio fundamental, ver y ser visto; aplicable, por otra parte, en cualquier situación y hora del día, pero muy especialmente cuando se conduce de noche. Para ver bien durante la noche es necesario tener buena visibilidad y disponer de una buena iluminación, lo que exige una pulcritud y limpieza de toda la superficie acristalada del vehículo, así como un adecuado reglaje del alumbrado y un perfecto funcionamiento del mismo.

Para ser vistos, además, hay que hacer uso del alumbrado que proceda desde la puesta hasta la salida del sol, sin escatimar su uso en las horas del crepúsculo. Cuidando de que todos los sistemas de señalización óptica y catadióptricos o dispositivos reflectantes, se encuentren siempre limpios y en perfecto estado de conservación y funcionamiento.

Cuando proceda y en caso de inmovilización, avería o cualquier otra circunstancia anómala en que se pueda encontrar el vehículo, encender siempre la señalización de posición, o bien, la señalización de avería complementada con la colocación de los triángulos de peligro o dispositivos de análoga eficacia.

Las luces de carretera deben iluminar eficazmente una zona cuya longitud mínima, por delante del vehículo, sea de cien metros, y las de cruce una zona de cuarenta metros. Por lo cual el conductor está obligado a circular a una velocidad que le permita percibir bien los obstáculos u otros peligros, así como tener tiempo y espacio suficiente para reaccionar, dominar y detener el vehículo dentro de la zona iluminada.

En estas circunstancias y en otras que pueda verse reducida la luz natural, hay que tener especial precaución con peatones, ciclistas y vehículos de tracción animal, sobre todo en las proximidades de núcleos urbanos o en zonas de población dispersa.

El deslumbramiento es uno de los peligros más frecuentes en circulación nocturna. Para evitarlo se debe sustituir la luz de largo alcance o de carretera por la de corto alcance o de cruce, mantener siempre bien regladas ambas luces, y distribuir bien la carga en el vehículo para evitar, en la medida de lo posible, que los proyectores se eleven en exceso, o regular dichos proyectores, si se dispone de dispositivo de regulación.

En circulación nocturna resulta extremadamente útil conocer la disposición y color de las luces que nos vayamos encontrando. Así, por ejemplo, si vemos unas luces blancas o amarillas, es que un vehículo se dirige a nosotros. Si son Rojas es que circula delante en nuestro mismo sentido. Por su disposición podemos calcular el tamaño aproximado del vehículo y la naturaleza y características del mismo. Incluso nos pueden dar una pauta del trazado de la carretera.

Una de las maniobras que resulta especialmente peligrosa en conducción nocturna es el adelantamiento por la dificultad que surge al tener que reducir la velocidad para adecuarla a las zonas iluminadas y de visibilidad, cuando precisamente esta maniobra requiere aumentar la velocidad.

Cuando se es adelantado durante la noche, y al objeto de mejorar la visibilidad, conviene tener en cuenta que se debe facilitar la maniobra no cambiando la luz de largo alcance de carretera por la de corto alcance o de cruce hasta que se aprecie que no existe posibilidad de deslumbrar por el espejo retrovisor al conductor del vehículo que está adelantado.

Cuando se adelanta se debe restablecer la luz de largo alcance o de carretera tan pronto se aprecie que no puede deslumbrarse por el espejo retrovisor al conductor del vehículo adelantado.

De esta forma al coincidir prácticamente el momento en que el conductor del vehículo que está siendo adelantado pone luz de corto alcance o de cruce con aquel en que el del vehículo está adelantando pone la de largo alcance o de carretera, se consigue más y mejor iluminación y visibilidad, tan necesarias para adelantar durante la noche.


2.- CONDUCCIÓN EN CONDICIONES METEOROLÓGICAS ADVERSAS

2.1. - LA LLUVIA

La lluvia influye negativamente en la conducción y, como en todas las condiciones climatológicas adversas, requiere una especial precaución, ya que al quedar la calzada cubierta de una capa de agua, esta se hace deslizante. Pero es cuando empiezan a caer las primeras gotas cuando más peligrosa resulta la conducción, ya que se forma un barrillo mezcla de polvo, grasa y otros restos, que hace que la calzada sea muy deslizante.

Los efectos más importantes que produce la lluvia son: la reducción de la adherencia y de la visibilidad.

Para mejorar la adherencia es necesario:

.. Mantener los neumáticos en perfecto estado. Si están gastados, Por no tener dibujo, no se agarran bien al suelo al no poder eliminar el agua de la banda de rodadura.

.. Comprobar con frecuencia si los frenos funcionan, ya que se pueden haber mojado y perder su eficacia. Se puede presionar suavemente el pedal del freno, sin intención de frenar, para lograr que la fricción del sistema de frenado escurra el agua.

.. Frenar con suavidad y nunca bruscamente ya que esto puede provocar el bloqueo de las ruedas.

.. Frenar con más antelación ya que la distancia necesaria para frenar es mayor, casi el doble, que con calzada seca.

.. Al aumentar la distancia de frenado, debemos aumentar la distancia de seguridad con el vehículo que nos precede.

.. Reducir la velocidad, especialmente al aproximarse a las curvas y cuando la lluvia es muy intensa. En este último caso se puede producir lo que se llama técnicamente "Aquaplaning" que consiste en que se forma una película de agua entre el neumático y la calzada al no ser capaz los canales de drenaje de las cubiertas de evacuar el agua, con lo que el vehículo se deslizará peligrosamente.

.. Cuando hay charcos de agua en la calzada, moderar la velocidad, no solo para evitar la pérdida de estabilidad del vehículo, sino también para evitar salpicar a los peatones y demás usuarios.

Para mejorar la visibilidad:

....Si la lluvia es intensa, encender la luz de niebla delantera y trasera, si se dispone, o al menos la luz de cruce. La luz posterior de niebla sólo se podrá utilizar cuando estén encendidas el resto de las luces.

...Mantener siempre limpios los cristales de todas las luces, de los catadióptricos, del parabrisas, de las ventanas y de los espejos retrovisores. Si ya estamos en viaje deberemos, si es necesario, detenernos a limpiarlos.

... Poner en funcionamiento los limpiaparabrisas y, si se disponen, el limpiafaros y limpialuneta posterior.

... Hacer uso del sistema de calefacción y ventilación para de desempeñar los cristales y, si se dispone, accionar la luneta térmica posterior.


La primera regla de seguridad que debemos adoptar ante unas condiciones climatológicas adversas es preguntarse si desplazarse en un vehículo en esas condiciones es imprescindible o no. Si la respuesta es afirmativa, nos dispondremos a realizar la conducción adoptando todas las medidas de precaución necesarias para evitar un percance.

Adecuar la velocidad a la situación es fundamental para nuestra seguridad, ya que tendremos más tiempo para percibir los estímulos externos y reaccionar adecuadamente.

2.2. - LA NIEVE

La conducción con nieve es similar en muchos aspectos a la conducción con lluvia, si bien existe un mayor peligro al tratarse de agua helada, con la siguiente pérdida de adherencia de los neumáticos. Las gotas de agua se han convertido en opacas con lo que se tiene una menor visibilidad y una mayor reflexión de la luz.

Para mejorar la adherencia:

... Realizar una conducción suave, sin movimientos bruscos de la dirección, ni cambios de marcha repentinos. Todos los mandos del vehículo, freno, acelerador, embrague, etc. , deben accionarse con extrema precaución.

... Mantener los neumáticos en buen estado, a la presión debida.

... Mantener los frenos en buen estado, frenando con suavidad, comprobando su eficacia con frecuencia tal como se dijo en el caso de lluvia.

... Aumentar la distancia de seguridad.

... Reducir la velocidad para adecuarla a las circunstancias de cada caso.

... Utilizar las cadenas, que deben colocarse en las ruedas motrices antes de que comience a patinar y en un lugar que no suponga peligro para los demás.

... Detenerse, las veces que sea necesario, para retirar la nieve que se vaya acumulando en los guardabarros o en otras partes del vehículo que puedan dificultar la conducción.

... Seguir las huellas o rodaduras dejadas por los otros vehículos y, salvo casos excepcionales no, adelantar.

... En las curvas se debe entrar en ellas a una velocidad que no sea necesario utilizar el freno, circulando a una velocidad sostenida y con la marcha más larga posible.

... Las rampas se deben subir lentamente y a velocidad sostenida y con la marcha más larga posible.

... En pendientes, se debe bajar lentamente, a velocidad muy moderada y en una relación de marcha corta para utilizar el freno motor, utilizando el freno lo indispensable.

Para mejorar la visibilidad:

Las mismas medidas adoptadas en el caso de lluvia se pueden adoptar en caso de nieve, no obstante se debe tener en cuenta:

... Que la nieve se puede helar y el uso del limpiaparabrisas puede ser inútil si no añadimos anticongelante al depósito del agua para que, al esparcirse sobre el cristal, disuelva la nieve o el hielo. Si se acumulara tal cantidad de nieve que el limpiaparabrisas no barriera toda la superficie del cristal, nos detendremos para retirarla.

... Durante la noche no es conveniente encender las luces de largo alcance ya que el reflejo de la luz en los copos de nieve puede deslumbrar al conductor y hacer más peligrosa la conducción.

... Utilizar luz delantera de niebla en caso9 de nevada y la posterior de niebla sólo si la nevada es muy intensa.

Como en el caso de la lluvia, cuando caen los primeros copos es cuando la conducción es más peligrosa. Así mismo, la nieve blanda y recién caída forma una ligera capa que se va derritiendo haciendo más deslizante la calzada.

Cuando la nieve se congela o lleva tiempo en la calzada y se ha endurecido, sus efectos son similares a los del hielo.

2.3. EL HIELO

La conducción con hielo es muy peligrosa ya que la calzada se convierte, como si dijéramos, en una pista de patinaje, por lo que se deben extremar las precauciones.

El peligro no está sólo en el hielo sino que este se puede presentar de pronto, ya que una parte de la calzada puede estar seca y unos metros más adelante puede estar helada. Podemos prever la existencia de hielo si tenemos en cuenta que:

Con tiempo húmedo y frío o en zonas de montaña la calzada puede estar helada o deslizante.

Hay zonas de la calzada que son especialmente propensas a las heladas como: lugares húmedos, sombríos, los badenes, los lugares próximos a los ríos, los puentes, pasos elevados y los situados bajo ellos. Etc.

La circulación de los vehículos que nos preceden o de los que circulan en sentido contrario.

La circulación con cadenas de los vehículos que circulan en sentido contrario.

En los puertos de montaña las condiciones pueden cambiar de una vertiente a otra. Si al empezar a subir un puerto la calzada está mojada, lo previsible es que la parte alta de la carretera tenga hielo.

La conducción con hielo es muy similar la conducción con nieve pero aumentado, si cabe, las precauciones. No obstante hay que resaltar que cuando la calzada está helada, las distancias de frenado pueden aumentar hasta diez veces por encima de lo normal, lo que supone que deberemos llevar una mayor distancia de seguridad y menor velocidad.

Tanto en conducción en nieve como en hielo, el uso de las cadenas es fundamental para conseguir una adecuada adherencia, aunque pueda resultar algo incómodo ponerlas o quitarlas. Las cadenas deben quitarse tan pronto cese la necesidad de su uso, ya que perjudican a los neumáticos, la transmisión, los amortiguadores y también el pavimento.

Existen también unos sprays que aplicados sobre banda de rodadura, al endurecerse por la acción del frío, mejoran la adherencia, si bien su duración es muy corta.

2.4. - LA NIEBLA

La niebla reduce la visibilidad y cuando es muy espesa prácticamente la elimina. Al mojarse el pavimento, se reduce la adherencia de los neumáticos por lo que puede haber peligro de deslizamiento.

Todo lo dicho en los temas anteriores sobre la lluvia, la nieve y el hielo es en general de aplicación en los casos de conducción con niebla, pero interesa recalcar:

Que se debe utilizar la luz de cruce que ya estas se proyectan directamente hacia el suelo penetrando mejor las gotas de agua y por lo tanto mejorando la visibilidad.

Aunque no está prohibido, no es conveniente utilizar la luz de largo alcance ya que, al proyectarse paralelamente sobre la carretera, proyecta la luz sobre las gotas de agua y reflejan la luz pudiendo producir deslumbramiento, empeorando la visibilidad.

Se debe utilizar el alumbrado delantero de niebla, si el vehículo dispone de ellas.

Deberemos utilizar la luz posterior de niebla, pero sólo si esta es espesa, ya que, en otro caso, podríamos deslumbrar a los que circulan detrás de nosotros.

Reducir la velocidad, adaptándola a la visibilidad y al estado de la carretera.

Aumentar la distancia de seguridad.

No adelantar, ya que la falta la visibilidad impide una buena observación. Si la niebla no fuera muy intensa y fuera posible adelantar, lo realizaríamos extremando las precauciones.

En algunas ocasiones la niebla puede estar mezclada con humo, en estos casos los efectos negativos aumentan por lo que es necesario extremar las precauciones.

Merece la pena resaltar el peligro que supone, en caso de niebla, humo o polvo, las detenciones y paradas. Si es necesario parar en un banco de niebla, hay que hacerlo totalmente fuera de la calzada, adoptando todas las medidas de seguridad y señalización, evitando que los pasajeros, al apearse, invadan la calzada.

2.5. - EL VIENTO

El viento puede influir de diversas formas, dependiendo si el viento es de frente, de atrás o de costado. Con el viento de frente se nota una mayor resistencia y por lo tanto debemos acelerar más, lo que trae como consecuencia un mayor consumo de combustible.

Con el viento de atrás, su fuerza ayudará a aumentar la velocidad y a disminuir el consumo. Debemos tener precaución para que el vehículo no adquiera una velocidad excesiva.

Pero es sin duda el viento lateral él más peligroso para la conducción.

El viento lateral.

El hecho de que no se produzca de manera "uniforme" hace que el coche de "bandazos", e incluso puede producir el vuelco del vehículo y su salida de la vía. Para disminuir los efectos negativos del viento podremos seguir algunos consejos:

Disminuir la velocidad según sea la fuerza del viento.

Corregir las desviaciones laterales para poder mantener la trayectoria del vehículo. Para conseguirlo deberemos sujetar el volante con firmeza pero sin rigidez y tirar de él contra el viento.

Si el viento es racheado o a ráfagas por la influencia de montañas, edificios, árboles, puentes u otros elementos que estén próximos a la calzada, el peligro aumenta. La racha puede llegar a desaparecer de improviso y en ambas circunstancias es peligrosa, ya que cuando llega se produce una cierta desviación de la trayectoria que corregiremos con una mayor presión hacia el lado contrario y cuando cesa, fruto de la presión que vamos ejerciendo sobre el volante, el vehículo tiende a ir al lado contrario, con lo cual debemos presionar el volante hacia el otro lado.

Para prevenir estas circunstancias deberemos ir atentos a los indicios que nos puedan advertir de la presencia de vientos fuertes, por ejemplo la inclinación de los árboles próximos a la calzada.

Cuando adelantamos o nos cruzamos con otros vehículos, se produce un efecto similar debiendo adoptar las mismas precauciones, teniendo especial cuidado de mantener una adecuada distancia de seguridad lateral.

El viento fuerte puede provocar desprendimiento de tierra, piedras, árboles, ramas de éstos, etc., que pueden sorprender al conductor.

El transporte de objetos en la baca puede alterar la estabilidad del vehículo. Esta situación se agrava en el caso de conducir con viento.

Es conveniente llevar las ventanillas cerradas, para evitar que el viento penetre, y forme remolinos en el interior del vehículo, lo que haría perder estabilidad.

Debemos estar muy atentos a la señalización que nos advierte de peligro por vientos fuertes.

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