PIE DE TRINCHERA

 
El nombre "pie de trinchera" procede de la Primera Guerra Mundial cuando las tropas permanecían en trincheras llenas de agua durante semanas sin descanso y a temperaturas muy bajas.
Generalmente aparece cuando los pies se exponen a períodos prolongados (12 horas o más) de humedad y frío.
La combinación de frío y humedad ablanda la piel causando la pérdida de tejido y generalmente infección.
Si no se trata a tiempo puede requerir la amputación.
Generalmente los primeros síntomas son picazón, entumecimiento y hormigueo. Luego el pie suele hincharse y la piel se ve rojiza, azulada o negra.
Pueden aparecer manchas rojizas o azuladas, muchas veces con supuración o sangrado.
Los soldados que usan botas impermeables o botas muy apretadas, están expuestos a sufrir la enfermedad debido a la acumulación de sudor.
 
 
Causas

El pie de trinchera se propicia con la mala nutrición, la deshidratación, medias mojadas, ropa inadecuada y la mala circulación por calzado inapropiado.
Las personas que sudan demasiado son más propicias a padecer ese mal, pero en general se puede prevenir prestándole atención a los pies.
Se debe tener a mano medias limpias y secas todo el tiempo. Asegúrese que las botas sean lo suficientemente amplias, pero no use medias extras si se siente frío. En vez de eso use botas más amplias o con mejor aislación. Lo mejor es proveer aislamiento externo mediante el uso de escarpines o polainas.

Fases de la enfermedad

La enfermedad tiene tres fases.
En la primera los vasos sanguíneos se constriñen por el frío y la humedad y debido al poco oxígeno que le llegan a las células del pie.
El pie se siente frío al tacto, se ve ligeramente hinchado, está entumecido y la piel parece ablandada. Cuando el pie es recalentado, los tejidos dañados se ven rojizos y son muy sensibles al tacto. La molestia puede durar desde horas hasta días.

Segunda fase.
Las células resultan afectadas por la falta de circulación sanguínea y cuando los vasos sanguíneos se descongestionan, los tejidos comienzan a hincharse y supurarse por exceso de líquidos.
Los pacientes sienten un hormigueo doloroso que no cede. Al recalentarse el pie se presentan ampollas y úlceras que cuando se abren muestran debajo el tejido muerto. En casos severos el resultado es la gangrena. El sufrimiento puede durar de 2 a 6 semanas.

La tercera fase puede durar semanas a meses.
Las ampollas desaparecen y el pie recobra su apariencia normal. Durante esa etapa, aumenta la transpiración en los pies. La sensibilidad al frío se agudiza, los niveles de dolor son variables, se presenta picazón y parestesia. El pie dañado es susceptible de sufrir daños en el futuro a causa del frío.

Tratamiento

El tratamiento de primeros auxilios consiste en secar el pie afectado o los pies cuidadosamente. Lavarlos si están sucios y secarlos muy bien. Mantenerlos elevados por encima del corazón del paciente mientras se recalientan mediante contacto de cuerpo a cuerpo. No se deben frotar ni colocarlos cerca a fuentes de intenso calor, como hogueras o estufas, por ejemplo. No se deben usar cremas ni lociones, ni se deben reventar las ampollas. No se debe masajear o exponerlos a calor intenso.
Se deben administrar drogas anti-inflamatorias genéricas como Aspirina o Ibuprofen, siguiendo las indicaciones del medicamento.

Recuerde que pueden pasar 24 a 48 horas antes de que se pueda percibir la severidad de las lesiones.
Si el dolor es muy fuerte y las ampollas muy grandes debe buscarse asistencia médica.
El paciente debe determinar si puede caminar o no.

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