E 214 Etil
parahidroxibenzoato
Los ésteres del ácido para-hidroxi-benzoico y sus
derivados sódicos, denominados en general parabenos, son compuestos sintéticos
especialmente útiles contra mohos y levaduras, y menos contra bacterias.
Su principal ventaja es que son activos en medios neutros, al contrario que los otros
conservantes, que solo son útiles en medio ácido.
En cambio tienen el inconveniente de que incluso a las dosis autorizadas proporcionan a
los alimentos un cierto olor y sabor fenólico.
Se utilizan fundamentalmente para la protección de derivados cárnicos, especialmente los
tratados por el calor, conservas vegetales y productos grasos, repostería, y en salsas de
mesa (1 g/Kg. de conservantes totales).
Los parabenos se utilizan en muchos países.
Desde los años 50 se han realizado múltiples estudios acerca de su posible toxicidad,
demostrándose que son poco tóxicos, menos que el ácido benzoico.
Se absorben rápidamente en el intestino, eliminándose también rápidamente en la orina,
sin que se acumulen en el organismo.
Algunas de las personas alérgicas a la aspirina también pueden ser sensibles a estos
aditivos.
E 215 Etil parahidroxibenzoato sódico
E 216 Propil parahidroxibenzoato
E 217 Propil parahidroxibenzoato sódico
E 1404 Almidón oxidado
La utilización del almidón como componente alimentario se basa
en sus propiedades de interacción con el agua, especialmente en la capacidad de
formación de geles.
Abunda en los alimentos amiláceos (cereales, patatas) de los que pueden extraerse
fácilmente y es la más barata de todas las substancias con estas propiedades; el
almidón más utilizado es el obtenido a partir del maíz.
Sin embargo, el almidón tal como se encuentra en la naturaleza no se comporta bien en
todas las situaciones que pueden presentarse en los procesos de fabricación de alimentos.
Concretamente presenta problemas en alimentos ácidos o cuando éstos deben calentarse o
congelarse, inconvenientes que pueden obviarse en cierto grado modificándolo
químicamente.
Una de las modificaciones más utilizadas es el entrecruzado, que consiste en la
formación de puentes entre las cadenas de azúcar que forman el almidón.
Si los puentes se forman utilizando trimetafosfato, tendremos el fosfato de dialmidón si
se forman con epiclorhidrina el éter glicérido de dialmidón y si se forman con
anhídrido adípico el adipato de dialmidón.
Estas reacciones se llevan a cabo fácilmente por tratamiento con el producto adecuado en
presencia de un álcali diluido, y modifican muy poco la estructura, ya que se forman
puentes solamente entre 1 de cada 200 restos de azúcar como máximo.
Estos almidones entrecruzados dan geles mucho más viscosos a alta temperatura que el
almidón normal y se comportan muy bien en medio ácido, resisten el calentamiento y
forman geles que no son pegajosos, pero no resisten la congelación ni el almacenamiento
muy prolongado (años, por ejemplo, como puede suceder en el caso de una conserva).
Otro inconveniente es que cuanto más entrecruzado sea el almidón, mayor cantidad hay que
añadir para conseguir el mismo efecto, resultando por lo mismo más caros.
Otra modificación posible es la formación de ésteres o éteres de almidón
(substitución).
Cuando se hace reaccionar el almidón con anhídrido acético se obtiene el acetato de
almidón hidroxipropilado y si se hace reaccionar con tripolifosfato el fosfato de
monoalmidón.
Estos derivados son muy útiles para elaborar alimentos que deban ser congelados o
enlatados, formando además geles más transparentes.
Pueden obtenerse derivados que tengan las ventajas de los dos tipos efectuando los dos
tratamientos, entrecruzado y substitución.
También se utilizan mezclas de los diferentes tipos.
Los almidones modificados se utilizan en la fabricación de helados, conservas y salsas
espesas del tipo de las utilizadas en la cocina china.
En España se limita el uso de los almidones modificados solamente en la elaboración de
yogures y de conservas vegetales.
En los demás casos, el único límite es la buena práctica de fabricación.
Los almidones modificados se metabolizan de una forma semejante al almidón natural,
rompiéndose en el aparato digestivo y formando azúcares más sencillos y finalmente
glucosa, que es absorbida.
Aportan por lo tanto a la dieta aproximadamente las mismas calorías que otro azúcar
cualquiera.
Algunos de los restos modificados (su proporción es muy pequeña, como ya se ha indicado)
no pueden asimilarse y son eliminados o utilizados por las bacterias intestinales.
Se consideran en general aditivos totalmente seguros e inocuos.